lunes, 28 de febrero de 2011

La soledad de Aurora I



El siguiente relato es la primera parte de una cadena de historias, ficticias o reales. Eso depende de ti.



Él, todo nervios, expectante, agresivo, balbuceó:

-Llevas dos años mareándome. Puta. Te mordía entera. Te quiero y te odio más que a nada. Siempre me haces lo mismo. Apareces, desapareces. Tú, siempre mágica, impura, sucia, envenenada: tan "de mentira". He sido y sigo siendo una jodida marioneta entre tus dedos de hojalata. Eres el más enfermizo de todos lo vicios. Me mandarás una estúpida postal desde allí, como cuándo te fuiste a París o a Estocolmo con aquel tipo de pelo rubio. Te conozco demasiado bien. No te marches.

Desconcertado, la miraba. Pero Aurora no se dejaba ver. Era pura contradicción, impredecible, la mayor perdición que paseó las calles de Madrid. Os aseguro que jamás conocí a una persona capaz de enganchar así. La más dulce de las drogas, enrevesada y temiblemente encantadora. Era el secreto mejor guardado de esta ciudad; desenamorada de la vida, se encargaba de hacer todo lo que le pedía el cuerpo. Los hombres se apartaban de ella, intimidados, acomplejados huían de su complejidad. Ellas no podían evitar admirar su fuerza, el morbo que desprendía. Todas querían ser Aurora.

Odiaba la normalidad. Por lo tanto evitaba también los síntomas de las relaciones estables. A ella todo eso le acababa aburriendo. No podía estarse quieta y para colmo andaba enamorada de la soledad.

Sin borrar la indiferencia de su cara, sin mirarle a los ojos, sin tan si quiera levantar la mirada, habló:

-Pero que quieres que haga, sí nunca he estado en Kiev; sí tu me evades de una realidad y él de otra. No me mires así. No deberían sorprenderte estas palabras, me conoces, sabes de sobra que no me gusta lo convencional. El avión sale a las 06:15, ¿a que hora me recoges? En dos semanas vuelvo. Lo arreglamos el 23 de marzo en tu casa. Un café, una caña, un vino, un polvo. No me olvides. Espérame en la T-4. Y llámame.


jueves, 24 de febrero de 2011

Creo que he vuelto

Tuve un primer intento de vicio hacia esto que llaman blog hace unos cuantos meses y sin ninguna duda fue todo un fracaso. Reconozco ser una persona bastante pasota, sobre todo cuando se trata de ser constante, aunque prefiero clasificarlo de "odio hacia la rutina" más que de simple vagancia (creo que suena mejor). Suelo agarrar los proyectos con una ilusión colosal, me obsesiono y hablo sobre ello durante días e incluso semanas, sin embargo acabo perdiendo el interés. Esto me pasa también con otros temas de los que ya hablaré en otro momento. Ahora lo que quiero es proponerme escribir más, no voy a decir que todos los días, porque no me interesa engañar a nadie, pero juro ser algo más responsable.

¿Y por qué ahora? Pues bueno, tal vez sean las ganas de plasmar todo lo que estoy viviendo o el aburrimiento o la nostalgia...Aunque he de reconocer que me ha entrado un repentino instinto maternal (y mucha envidia) al ver como mi amigo Sergio mima y cuida diariamente su nuevo blog.

El caso es que volvemos a empezar; a ver si esta vez funciona. Me llamo Cristina y tengo dieciocho años. A lo mejor te has cruzado con este blog por casualidad, tal vez seas un buen amigo, un compañero, un amor platónico, un gran enemigo, una cara conocida o un simple desconocido. No importa. No pretendo fascinar a nadie con este blog. Va a tratar sobre mi; pensamientos, momentos puntuales y la vida en sí. Será una herramienta para desahogarme, para compartir aquellas cosas que me estremecen, que me llaman la atención. Un juego, un kleenex, un chiste y simples palabras.

Finalmente aprovecho esta entrada para compartir algunas instantáneas del verano pasado...Es ahora cuando se echa de menos ese sol "marbellí". Buena compañía, playa, calor, cerveza, vacaciones. Intensidad irremplazable añorada desde Madrid.

Mediodía bajo el sol

Atardecer

Simplemente verano